¿Alguna vez te has percatado de las señales que tu cuerpo te envía?
Esta maravillosa maquinaria que nos sirve de vehículo de vida, continuamente nos avisa de situaciones qué atender.
Ya sea sobre sus necesidades de mantenimiento tales como sed y hambre, frío y calor, sueño o despertar, procesos de eliminación y desintoxicación, hasta permitirnos enfocar en nuestros entorno para descubrir lo que el mundo nos ofrece, tiene el equipo perfecto de detección y aviso para dirigirnos hacia la vida.
Sin embargo no siempre sabemos descifrar su comunicado.

Un ejemplo que seguramente te resulta familiar es la sed.Cuántas veces te has confundido y en vez de beber agua, comes algo o bebes un refresco, sin solucionar en realidad la necesidad de proveerle de un vehículo de eliminación de residuos metabólicos.

 

O tal vez puedas identificarte con esa tensión en los hombros que aparece después de horas de preocupación y trabajo arduo y que no sabes de dónde proviene, y que se incrementa cuando esa preocupación es sostenida y la llamamos stress.

 

Todas estas señales no son correctamente interpretadas, no tanto por su complejidad, si no por nuestra incapacidad para escucharlo a tiempo, pero sobre todo, para responder eficientemente. ¿Eficiente? Te preguntarás, ¿Cómo que respuestas eficientes? Si, eficientes en cuanto a que respondan a lo que te está pidiendo, mostrando, avisando o que requiere que atiendas.

 
Cada día nos desconectamos más de nuestros cuerpos, y cada vez los escuchamos menos o les damos respuestas que nada tienen que ver con lo que nos está avisando, o, ¿No es cierto que si tienes sueño, te lanzas a beber una taza de café?

 


Respuestas inexactas llevan a resultados no deseados, y merece la pena entonces recuperar la comunicación con nuestros cuerpos, antes de terminar en un divorcio, ¿No lo crees?
Seguiremos escribiendo sobre las maravillas que el cuerpo tiene para cada uno de nosotros, ayudándote a descifrar algunos de sus mensajes, para que puedas alinearlo con tu objetivo: vivir a plenitud.